Battle Royale (manga)

AÑOS: 2000-2005
CREADOR:  Kōshun Takami 
























¡¡CONTIENE SPOILERS!!

Battle Royale de Kōshun Takami (guión) y Masayuki Taguchi (ilustraciones) ha sido mi primer manga y muy contento he quedado con la experiencia. Está basado en la novela homónima de Takami y tiene hasta dos películas consideradas de culto, bueno, por lo menos la primera que sobre la segunda tengo entendido que no está a la altura.

Respecto al manga lo primero que tengo que decir es que se rinde completamente a su fama, es una obra maestra se mire por donde se mire, resaltando sobretodo la historia y la artística. La trama es por todos más que conocida, situándonos en un futurístico pero tampoco tan alejado Japón cuya sociedad es reflejada de la forma más vulgar, hedionda y corrompida posible. Desde violencia y engaños hasta violaciones y prostitución, el gobierno de la República Asiática aprobó una ley comúnmente conocida como “El Programa” donde cada año se elige al azar una escuela de tercer curso de secundaria para participar en uno de los mayores actos genocidas entre estudiantes jamás conocidos.
Son llevados a una isla donde deberán matarse los unos a los otros hasta que sólo quede un superviviente, el cuál tras haber ganado el “juego” será devuelto a la civilización, pero esto sólo es parte de la burocracia del propio Programa…
Como vemos tiene una sinopsis muy prometedora y tal y como ya he comentado arriba le hace justicia.

La narrativa y consecución de los acontecimientos es fantástica, provoca un enganche adictivo al lector que siga y siga leyendo más episodios. Toca a todos los personajes sin olvidarse de ninguno y mostrándonos a modo de flashbacks sus vidas personales, siendo la gran parte de los 42 alumnos víctimas de traumas infantiles varios que van desde abusos hasta carencia muy temprana de padres.

La calidad de detalle de dibujo y la presencia del gore es magistral, divina y orgásmica. Retrata de una forma enfermiza una realidad que da hasta miedo, plasmando los acontecimientos de una manera que mientras lo lees, te lo imaginas cuál película.

Nuestros estudiantes sufren una transformación psicológica brutal cuando son forzados a matarse entre ellos, desvelando el lado más primitivo y oscuro del ser humano.

Esos serían los tres grandes pilares de la obra que funcionan muy bien y cuya mezcla me encantó por lo bien llevada a cabo que está, pero… ¿son todo alabanzas?

Bien es conocido el dicho “Nada es perfecto” y “Batoru rowaiaru” también peca de eso. Para empezar el autor siente predilección por el trío protagonista  “Shuuya”-“Nakagawa”-“Kawada”. Esto le quita cierta emoción y mayor suspense pues desde el segundo volumen ya podemos predecir quienes van a ganar “El Programa”. Es decir, no existe un igual trato por todos los personajes, quienes son tomados en diferente grado de interés dentro del manga. Otro ejemplo distinto de esto es el segundo círculo protagonista, encabezado por “Souma”, “Kiriyama”, “Sugimura” y “Mimura” teniendo sus respectivas páginas dedicadas a hablar sobre su infancia y pesando más que otros terciarios.
Sobre estos últimos es curiosa la manera en la que nos los muestran: antes de morir se le dedican unas páginas a hablar sobre su convulsionada vida antes de entrar en “el juego” para después morir de la manera más explícitamente asquerosa posible. Esto es drama forzado y ganas de quitarse a personajes del medio.

Lo segundo que vi que cojeaba eran los últimos capítulos. Hay un momento decisivo que se alarga demasiado con un relleno innecesario donde Shuuya está inmerso en un diálogo interior antes de tomar una decisión importante CUANDO SUS AMIGOS ESTÁN EN PELIGRO. No me jodas tío. Si tan realista es el manga en ciertas cosas (violencia y narrativa por ejemplo), también debe serlo en otras, ya que en la vida real ni de coña te pones a meditar un tiempo sobre ciertas cosas. Y “Kawada” se lo repite muchas veces a Shuuya a lo largo de los episodios…

Para terminar comentar un aspecto que a lo mejor pasa desapercibido, pero me es curioso. Y estoy hablando de la caracterización de nuestros estudiantes, tantos ellos como ellas. Si nos fijamos bien, los chicos listos que son buenos en los deportes y les molan a las chicas son musculosos, atractivos y están petados; mientras que el resto son unos endebluchos que no sirven ni para abrir una lata de conservas. Lo mismo con las tías, aunque no hay tanta distinción como en el género opuesto. Eso sí, saben muy bien separar a “las populares/tías que están buenas” de “las otakus”, por no mencionar que según esta obra el concepto de “tía buena” NO PUEDE cuadrar con el de “friki”. No lo entiendo.

Llegados a este punto pareciese que le voy a cascar una mala nota, pero la verdad es que no. Un 10 sería el puntaje perfecto, pero si tenemos en cuenta todo de lo que he hablado el 9 le queda muy bien.
Por mi parte, la recomiendo a todo aquel con estómago fuerte (por las diversas escenas) y que tenga ganas de algo diferente.

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